Lo primero que hice, cuando decidí viajar a esta hermosa ciudad, fue ir a comprarme una guía en donde me explicaran con pelos y señales como era la ciudad, que era lo que se podía visitar, los mejores restaurantes, museos... El tiempo pasó sin darnos cuenta y al mes y medio, ya estábamos cruzando el puente Internacional del Guadiana.
No habíamos echo nada más que entrar a la ciudad y ya la estábamos liando. No se como, pero aparecimos dentro de la Plaza del Comercio, una de las más importantes de la capital con el coche. La gente nos miraba raro y nos hacían gestos, pero como no entendíamos nada, nosotros a lo nuestro.
El hospedaje, según mi guía, lo habíamos cogido en la zona más peligrosa de la ciudad, otro dato bueno, teniendo en cuenta la trayectoria de líos que llevábamos a nuestra espalda y eso que todavía no habíamos llegado a la ciudad, esta zona era el Barrio Bajo, la parte antigua de la ciudad, la mejor, porque tenía muchísimas cosas para ver y gran encanto, pero por la noche, lo mejor era estar en el hostel y no salir mucho. Eso otra, el hostel estaba en un 5 piso, sin ascensor, con escaleras inclinadas, no muy apto para estar todo el día de arriba a abajo.
Para visitar la ciudad decidimos que lo mejor era, hacerlo como nos contaba la guía, por lo que la dividimos en 4 partes, la Baixa - Chiado, el Barrio Alto, la Alfama y Belém, y así empezamos a movernos.
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Arco Rua Augusta (parte que pega a la plaza) |
Justo en uno de los lados de la plaza, nos encontramos con el Arco Rua Augusta, encargado de abrir la ciudad a sus visitantes.
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Arco Rua Augusta (zona comercial) |
Esta entrada, te guía hasta la zona más comercial de la ciudad, en la que nos podemos encontrar varias calles llenas de tiendas, comercios, restaurantes, bares... Es como si dijéramos la parte más señorial de la ciudad. En cuanto a la comida, la relación calidad-precio es genial, comes mucho por poco dinero.
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Elevador de Santa Justa |
Después de tomar un pequeño tentenpié en un bar autenticamente lisboetano, seguimos caminando hasta que nos encontramos con una gran cola de gente. ¿Por qué estarían haciendo cola? ¿Qué era lo que había por aquí? Pues bien, mientras que uno de nosotros hacía cola, el otro se informaba de que era lo que iba a ver aquel mogollón de gente... Después de 40 min de cola, al fin nos tocó, la verdad, merece la pena esperar y pagar por subir, ya que una vez que estas arriba, las vistas de la ciudad son brutales.
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Pasaje Elevador |
Al bajarte lo haces por otra calle distinta a la que te subes, ya que te dan la opción de caminar, por un pequeño puente que hay a la salida del elevador. Importante, si tienes vértigo no te subas, te lo digo por experiencia.
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Ayuntamiento Lisboa |
Desviándonos un poco de esta zona, nos encontramos por casualidad el ayuntamiento de la ciudad. Estaba como escondido, tras un pequeño callejón nos lo encontramos y la verdad, nos alegramos mucho, ya que pudimos entrar dentro a visitarlo.
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Catedral de Lisboa |
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Típica calle |
Cómo no queríamos que se nos hiciera muy tarde ya que el barrio donde habíamos cogido el hostel no era muy aconsejable por la noche, este día lo completamos con algunas de las vistas de las maravillosas calles de la zona comercial y con la Catedral de la ciudad, que por cierto me recuerda mucho a la de Notre Dame, aunque claro está, mucho más pequeña.
Como empezó a llover y ya estaba haciendo de noche, decidimos ir a comprar comida y marcharnos.
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Hostel |
Al llegar, nos dimos cuenta de que teníamos compañeros, siete brasileñas y dos ingleses, muy majos por cierto, pero eso de tener que estar cocinando todos a la vez, no se lo aconsejo a nadie. Os dejo unas cuentas fotos del hostel para que veáis que bonito era, pese al malestar de su fachada.
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Salón-cocina |
Día 2:
¡Hace solecito! esas fueron nuestras primeras palabras al levantarnos, por lo que aunque teníamos pensado seguir viendo la ciudad, decidimos acercarnos a la zona de Belem. Para ello, tuvimos que coger uno de los tranvías que transita la ciudad, nos dejó en la zona alta de la ciudad, en la Plaza del Rossio. En la parte derecha de ésta, hay un kiosko un poco raro, sin ningún tipo de cartelería informativa, donde se compran los ticket del transporte urbano y para visitar los monumentos, no me preguntéis como lo averiguamos porque ni nosotros lo sabemos.
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Monasterio de los Jerónimos |
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Monasterio por dentro |
El autobús nos dejó en la puerta del Monasterio de los Jerónimos ¡Increíble! No hay palabras para describirlo, es inmenso, está muy bien cuidado, no es caro entrar, es más aquí el carnet joven vale para todo y en la entrada te descuentan hasta la mitad.
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Torre de Belem |
Cuándo estábamos viendo el monasterio, nos dimos cuenta, de que a lo lejos se podía ver la Torre de Belem, pequeña a lo lejos, pero cuando estás cerca te deja anonadado, por su situación, ya que está entre el agua y la tierra. Cuando sube la marea no se puede visitar y cuando está baja todos pueden entrar.
Si nos situamos de espaldas a la torre, podemos ver el monumento a los Conquistadores, creado para conmemorar los 500 años de la muerte de Enrique el Navegante (infante portugués importante en la época de los descubridores).
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Monumento al avión |
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Monumento a los Conquistadores |
Al lado de este gran monumento hay otro dedicado al avión.
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Museo de coches |
De Belem decidimos volver andando, ya que comprobamos que no estaba muy lejos de la ciudad y con el buen día que hacía no teníamos escusas.
En el trayecto de vuelta nos encontramos con el museo de los coches, parada obligatoria para los amantes de este tipo de transporte.
Ya que habíamos descubierto la Plaza del Rossio, pensamos que sería buena idea volver a verla y comer por aquella zona. Es una gran plaza, llena de movimiento, tanto por todos los animales que tiene como por las personas que pasean en ella a cualquier hora. Siempre está transitada, sea la hora que sea.
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Plaza del Rossio monumento |
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Plaza del Rossio |
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Plaza del Rossio |
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Parque Eduardo VII |
Después de descansar un rato de la gran caminata que nos habíamos pegado y de almorzar en un restaurante típico de la ciudad (un McDonald que está en uno de los lados de la plaza), la guía nos aconsejaba que siguiéramos andando hacía la parte alta. Le hicimos caso y es ahí cuando, después de creer que nos iban a cortar los pies, llegamos a una de las zonas verdes más grandes y más bonitas de la ciudad, en el parque Eduardo VII. Esta zona queda un poco lejos del centro, pero merece la pena visitarla. Sus jardines, sus fuentes, su gigantesca bandera, sus animales, hacen que este parque sea distinto a los demás, con un encanto único.
Día 3
Cogimos fuerzas con un gran desayuno típico andaluz y nos echamos a la calle, porque hoy tocaba el barrio de la Alfama, la zona de nuestro hostel.
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Museo del Fado |
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Castillo por dentro |
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Convento de Santa Clara |
Andando por estas calles nos dimos cuenta de porque estaba catalogado como zona peligrosa y era porque es la zona antigua de la ciudad, el casco viejo, donde quedaban las tiendas más tradicionales y los edificios más antiguos de Lisboa.
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Castillo por dentro |
En este barrio descubrimos el museo del Fado (cante típico portugués), el Convento de Santa Clara y el Castillo de San Jorge. No se si era porque este era nuestro barrio, o por el encanto de sus calles, pero para mi gusto, este es el mejor barrio de Lisboa. El fado suena por donde quiera que te muevas, ESTE BARRIO TIENE UN ENCANTO ESPECIAL.
Día 4
Al ser nuestro último día, lo dedicamos al ocio y a ver, todos los museos que la ciudad ofrece. Visitamos el del vino, de moda contemporanea, arqueologico, arte moderno... los vimos todos, pero el que más me gustó de todos, fue el Museo Nacional de Titeres y Marionetas. ¡Si te gustan las marionetas, este es tu museo!
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Museo Nacional de Títeres y Marionetas |
Comimos en un restaurante super bueno, que estaba en el Barrio Alto. El bacalao es típico de la zona, así que no dudéis en pedirlo, ¡está de muerte!
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Restaurante Barri |
Como no podíamos volver con las manos vacías y allí, el vino es de muy buena calidad, entramos a una tienda especializada. Entre prueba y prueba, faltó poco para que nos emborracháramos, pero sin problema, porque los vinos estaban riquísimos.
No nos podíamos ir sin probar los deliciosos dulces que habíamos visto a nuestro paso por la ciudad. El más raro que nos comimos fue, una especie de bollo dulce relleno de masa de chorizo, parecía una mezcla rara, pero el sabor era delicioso.
Lisboa es una ciudad muy diferente de aspecto a las nuestras, pero de personalidad es muy parecida, ya decía yo, que al estar tan cerca algo deberíamos de tener en común. Eso si, nosotros somos más cuidadosos con respecto a las fachadas de nuestras casas, lo que es a ellos, les da totalmente igual. Aquí os dejo como siempre la página web de Lisboa donde yo busqué la información para mi viaje.
Disfruta de Lisboa
Antes de marcharme he de añadir una foto mítica de la ciudad, la de su tranvía, que aunque lo haya nombrado poco, pasea por sus calles todo el día, magnetizando aún más esta ciudad.
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Tranvía por las calles de Lisboa |
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